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La política del Partido y el Estado en relación con la religión, las iglesias y los creyentes
INTRODUCCION En
el presente trabajo se expone la Política del Partido y del Estado en relación
a la religión, las iglesias y los creyentes. Ya
en 1905, Vladimir I. Lenin expresó que «Toda persona debe tener plena libertad
de profesar la religión que prefiera o de no reconocer ninguna»... y añadía:
«Es intolerable en absoluto cualquier diferencia de derechos entre los
ciudadanos en dependencia de sus creencias religiosas». En
el propio trabajo leninista El Socialismo y la religión, Lenin decía «La
unidad de esta verdadera lucha revolucionaria de la clase oprimida por crear el
paraíso en la Tierra tiene para nosotros más importancia que la unidad de
criterio de los proletarios acerca del paraíso en el cielo”. Y continuaba «He
ahí por qué no proclamamos ni debemos proclamar nuestro ateísmo en nuestro
programa, he aquí por qué no prohibimos ni debemos prohibir el acercamiento a
nuestro Partido a los proletarios que conservan todavía unos u otros vestigios
de los viejos prejuicios». Fidel
en la entrevista dada al fraile dominico Frei Betto difundida en libro Fidel y
la Religión del cual se han publicado tres millones, expresó: «Desde un punto
de vista estrictamente político —y creo que conozco algo de política-,
pienso incluso que se puede ser marxista sin dejar de ser cristiano y trabajar
unido con el comunismo para transformar el mundo. Lo importante es que en ambos
casos se trate de sinceros revolucionarios dispuestos a suprimir la explotación
del hombre por el hombre y a luchar por la distribución justa de la riqueza
social, la igualdad, la fraternidad y la dignidad de todos los seres humanos, es
decir, ser portadores de la conciencia política, económica y social más
avanzada, aunque se parte, en el casa de los cristianos, de una concepción
religiosa.
DESARROLLO La
Religión es una de las formas de la conciencia social entre otras como la política,
la ciencia, la filosofía, el arte, en la cual la realidad se refleja en imágenes,
representaciones, originadas por el modo en que los hombres se relacionan entre
sí y con la naturaleza. El
rasgo fundamental de la religión es la fe en lo sobrenatural; en Dios, en el
otro mundo, en la recompensa después de la muerte, en la inmortalidad del alma,
en la resurrección de entre los muertos, etc. Son conocidas varias religiones
como universales: judaísmo, cristianismo, islamismo. La
religión posee sus raíces gnoseológicas y sociales que condicionaron su
aparición. Existen suficientes fundamentos para afirmar que los comienzos de la
religión pueden situarse en la última etapa de la Edad de Piedra, o sea, más
de 40 mil años atrás. La teoría marxista-leninista ha llegado a la conclusión
de que la religión fue engendrada por la impotencia del hombre ante los
elementos de la naturaleza y las fuerzas sociales. Por
supuesto que los clásicos del marxismo-leninismo fueron ante todo
revolucionarios y hombres prácticos; por tanto hay que considerar que el
sentido de sus vidas no fue sólo hacer filosofía o economía, sino sobre todo
Revolución, brindándole a los oprimidos una teoría que explicara
objetivamente la realidad —en primer lugar la realidad social- y que sirviera
de guía para 814 transformación, es decir mostrara cuál es la base
estructural de toda sociedad para, sobre una base ideológica científica,
orientar los cambios necesarios en la organización de una nueva sociedad
fundamentada en relaciones entre los hombres radicalmente distintas de las
anteriores, y erradicar así, las condiciones que generan injusticia, enajenación
e insatisfacción en las personas. El gran descubrimiento de Carlos Marx es la comprensión materialista de la historia, lo que le otorga a su teoría una proyección social transformadora, más práctica que teórica-filosófica. Los
fundadores del marxismo-leninismo consideraron que para el movimiento
revolucionario, la cuestión religiosa no debe ser tratada como la cuestión
principal, pues el objetivo central consiste en lograr la revolución social y
la religión no constituye, en sí misma, un obstáculo para dicha transformación. Marx
superó todo el pensamiento que le antecedió al comprender la religión desde
el punto de vista social: corno reflejo y producto de las condiciones de vida de
los hombres y no como traba fundamental para el desenvolvimiento humano. La
posición del marxismo ante la cuestión religiosa se distinguió siempre,
radicalmente, de las posiciones anarquistas liberal-burguesas y pequeño-burguesas
que pretendían «hacer la guerra a Dios”, «prohibir la religión», «fundar
una nueva religión basada en la razón» o, simplemente, convertir la religión
en un «asunto privado», tanto para el Estado como para el Partido
revolucionario. Sí
bien el Partido considera que con relación al Estado Socialista la religión es
un asunto privado, una cuestión del derecho de tos ciudadanos; para el Partido,
cuyo fundamento filosófico es el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico, la religión no es un asunto privado, pues entre sus deberes está
el actuar de modo que las masas gradualmente, en el curso de la lucha activa por
la nueva sociedad, se liberen de las creencias religiosas. Por eso hay que
actuar sobre las causas que las engendran. La
tarea de los comunistas -escribió Marx- no consiste en convertir a todas las
gentes en ateos, sino en la transformación revolucionaria del mundo, en el
derrocamiento de todas las relaciones en las que el hombre es “un ser
humillado, subyugado, indefenso y despreciado». La
propia experiencia cubana ha mostrado a hombres con creencias religiosas que han
sostenido posiciones políticas revolucionarias y otros con posiciones
contrarrevolucionarias. Similares actitudes han sido adoptadas también por
personas sin creencias religiosas. El PCC, como Partido Revolucionario, asume el objetivo de Marx y Lenin de construir una sociedad comunista en la que las relaciones entre los hombres sean cada vez más plenas; para ese fin utilizar como instrumento de transformación social la teoría marxista, cuya cientificidad no ha logrado ser superada por ninguna otra doctrina. Martí
logró en el Partido Revolucionario Cubano reunir en tomo a la guerra necesaria
a viejos luchadores y a los pinos nuevos, a todos independientemente de su
status social, raza, nacionalidad y de que tuvieran o no creencias religiosas.
Estableció una sola diferencia, estar a favor de la revolución independentista
o estar contra ella sin distinciones de ningún tipo. Ni
la guerra del 68 ni la del 95 excluyeron a las personas por su credo o su no
creencia. Tampoco lo hizo el primer Partido Comunista Cubano el que en 1938 (al
salir de la ilegalidad) recogió en sus estatutos como única condición para
ser miembro del mismo que su «lealtad a la clase obrera y al pueblo de Cuba sea
probada». Con
esa propia tradición unitaria, y como continuación del ideario martiano, como
explicara Fidel el 26/7/1960, durante la lucha contra la tiranía “..... a
nadie se le ocurrió preguntarle a los demás..., sí creía en una religión”
y ante las tareas después de la victoria era lógico entonces que «los hombres
no se iban a empezar a diferenciar por sus creencias religiosas», sino por si
estaban de acuerdo o no con las leyes y las medidas justas de la Revolución. En
el trabajo del Partido en la actual coyuntura, publicado en 1996 se plantea que
una situación que con frecuencia es objeto de atención por parte de los
revolucionarios y de la población en general es el incremento observado en las
prácticas de las diversas creencias religiosas existentes en el país. Ello ha
sido determinado fundamentalmente en gran medida por el impacto en la conciencia
de muchas personas de las consecuencias socioeconómicas del período especial y
vinculado también a la expresión más abierta de los sentimientos y
concepciones religiosas a partir de la política aprobada en el IV Congreso del
Partido sobre la cuestión religiosa y las modificaciones hechas a la Constitución
que enfatizan aún más la libertad que garantiza la Revolución para su
ejercido. No
puede desconocerse asimismo la utilización de algunas prácticas que poco
tienen que ver con los propios conceptos religiosos, dirigidos a captar a
adeptos efímeros o interesados en obtener ventajas materiales o políticas de
ocasión. El
incremento de las prácticas religiosas, en el que se aprecia actualmente una
tendencia a la estabilidad, no constituye un problema para la Revolución,
siempre que corresponda a la profesión honesta de cualquier fe religiosa, cuyos
principios, no solo formalmente sostenidos, sino consecuentemente observados en
el comportamiento personal y social promuevan el amor al prójimo, el desinterés,
la protección al más débil o desvalido, la unidad de la familia, la justicia
social, las virtudes morales y ciudadanas, el amor y el sacrificio por la
Patria. Los que no actúen así, niegan no sólo a su pueblo, sino a su fe. » Dentro
de la política de unidad de todo el pueblo que desarrollo el Partido no cabe el
aislamiento o repudio a los creyentes, sino su atracción, a las tareas
concretas de la Revolución. La
política del Partido descansa en el principio leninista de que la lucha por una
conciencia científica, libre de prejuicios y supersticiones, está subordinada
a la batalla por la construcción de la nueva sociedad y por la consolidación
de las correspondientes relaciones socialistas, batalla en la que han
participado, participan e indispensablemente deben participar, creyentes y no
creyentes, religiosos y ateos. CONCLUSIONES Ya
en el Primer Congreso del PCC celebrado en 1975 se expresó en sus Tesis que
atados las países donde la clase obrera ha derrocado a las clases explotadoras
y establecido el Poder Socialista han consagrado la libertad de conciencia, han
separado la iglesia del Estado, la escuela de la Iglesia y han garantizado el
derecho de los ciudadanos a profesar la religión de su preferencia y a
practicar el culto, sin otras limitaciones que el respeto al orden público, a
la ley, igual para todos, y a las normas de la moral socialista. Al mismo tiempo
han garantizado el derecho de los ciudadanos a no profesar ninguna religión, a
mantener y defender sus concepciones materialistas y ateas». La
religión —conforme al marxismo-leninismo es una de las formas de la
conciencia social y como tal, un reflejo en la conciencia del hombre, de la
realidad exterior. Su origen es terrenal y no celestial. La
posición del marxismo ante la cuestión religiosa se distinguió siempre,
radicalmente, de las posiciones anarquistas liberal-burguesas y pequeño-burguesas
que pretendían «hacer la guerra a Dios, prohibir la religión, fundar una
nueva religión basada en la razón», o, simplemente, convertir la religión en
un «asunto privado» tanto para el Estado como para el Partido revolucionario. Los
años transcurridos desde el IV Congreso del Partido hasta la fecha nos avalan
que esta política de unidad de todo nuestro pueblo ha sido correcta. Hoy los
creyentes cubanos participan de manera más directa en las actividades que se
desarrollan, muchos líderes de iglesias levantaron su voz en Cuba y también en
el extranjero por exigir que el niño Elian González regresara a su Patria,
junto a su padre, y lo hacen por el regreso de los cinco héroes prisioneros del
imperio junto a su pueblo. Los verdaderos creyentes no le hacen el juego a los
que desde afuera intentan manipular su fe contra la Revolución. En
el IV Congreso del PCC en octubre de 1991 se hace un amplio análisis del tema
de los creyentes donde ocupó en el Partido un amplio espacio en los debates. El
presidente del Instituto de Historia, Jorge Enrique Mendoza (ya fallecido)
graficó conceptos con ejemplos convincentes tras afirmar que el Partido en esta
etapa tiene que ser el de la nación cubana, de todos los revolucionarios. Se
preguntó ¿Y qué era Aracelio Iglesias? Un creyente que asesinó el
imperialismo por defender los principios revolucionarios ¿Y Frank País? Un
militante de una iglesia protestante. ¿Y el padre Guillermo Sardiñas? Nuestro
compañero de la Sierra Maestra que tanto respetamos y, sobre toda, queríamos
—enfatizó-. También recordó que Camilo lo hizo Comandante y sí hubo alguna
condición -sí la hubo- es que su sotana fuera verde olivo con su estrella de
Comandante en los hombros. Hizo
alusión también al viaje de Fidel a Chile a principios de la década del 70 y
la entrevista que sostuvo con religiosos de ese país donde salió a relucir el
tema de las monjitas que cuidaban a los enfermos días y noches y esa actitud de
consagración de la vida par los demás, el líder de la Revolución lo calificó
como un ideal del comunismo. Eusebio
Leal, delegado por Ciudad de La Habana, realizó una e motiva y enjundiosa
reflexión en tomo al tema. Habló de las posiciones de Marx y Lenin al
respecto, a quienes puso de ejemplo de tolerancia y claridad en sus relaciones
políticas y humanas. Recordó
que Fidel no tuvo ningún reparo en enviarle el carné del Partido a la
revolucionaria santiaguera Cayita Araújo y decirle “crea en lo que usted
quiera, pero usted es una comunista». La
tradición de nuestro marxismo en Cuba ha sido la tradición de la tolerancia,
prosiguió Eusebio Leal, y advirtió: “nos hace falta un poco de cultura,
profundizar en nuestra cultura porque hay valores en ella que hay que saberlos y
conocerlos bien”. Y
concluyó expresando que si hemos luchado contra la inquisición y el
sectarismo, en nombre de un partido moderno y de hombres de libertad, no podemos
negarles la entrada al Partido a los cubanos que han luchado por la Revolución
y han mantenido su fe. José
Felipe Carneado (actualmente fallecido) -profundo conocedor del tema- jefe de la
Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central en ese momento, expresó haber
leído con detenimiento el punto referido. Yo opino compañeros -manifestó- que
la limitación o prohibición del ingreso de los creyentes revolucionarios al
Partido es una medida transitoria y coyuntural que correspondió a una situación
concreta y que lo normal, desde el punto de vista del marxismo, es la
posibilidad de que un creyente revolucionario, que sea efectivamente
revolucionario, ingrese al Partido. Sobre
el tema también intervino Fidel quien señaló: “en la historia del
movimiento revolucionario comunista no había existido antes esa exclusión así
como que todos los partidos comunistas de América Latina tenían muchos
creyentes en sus filas”. Aclaró
que nosotros con los creyentes no tenemos que tener ninguna diferencia en el
sentido político, porque somos un Partido y no una religión, y en cierto
momento hemos convertido el Partido y el ateísmo en una religión. Dijo que el
Partido nuestro era un Partido político y revolucionario y no un Partido
religioso. Dijo
que seremos más democráticos si nuestro Partido no excluye a nadie y que del
Partido deben estar excluidos los que no sienten la ideología y los
sentimientos comunistas. Aquella medida fue una cosa coyuntural, debemos
rectificarla, y es lo más justo. Hay
infinidad de organizaciones cristianas en América Latina que también se oponen
al bloqueo y defienden la Revolución, así como un gran número de creyentes,
sacerdotes y activistas religiosos que defienden a los pobres, a los campesinos
sin tierra, que se oponen a la explotación, al abuso, a la injusticia y en
algunos países tienen notabilísima fuerza. Fidel
explicó también que hay montones de iglesias y que muchas de ellas han
mantenido excelentes relaciones con la Revolución a lo largó de estos años. Sí
algunos de sus miembros tienen los méritos para ser militantes del Partido no
se les debe impedir, y les damos más fuerza a nuestros principios, a nuestros
conceptos de un Partido unido de todo el pueblo. Se
recomendó en el IV Congreso suprimir en la práctica de los procesos de
crecimiento del Partido cualquier interpretación de los actuales Estatutos que
entrañe negar a un revolucionario de vanguardia en razón de sus creencias
religiosas, el derecho a aspirar a ser admitido en el Partido y se le recomendó
a la Asamblea Nacional hacer una revisión de la Constitución. Después
de revisados y aprobados en 1992, en la Constitución de la República, aparecen
varios artículos relacionados con la religión: ARTÍCULO
8: El Estado reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa. En
la República de Cuba, las instituciones religiosas están separadas del Estado. Las
distintas creencias y religiones gozan de igual consideración. ARTÍCULO
42: La discriminación por motivo de raza, color de la piel, sexo, origen nacional,
creencias religiosas y cualquier otra lesiva a la dignidad humana está
proscrita y es sancionada por la ley. ARTICULO
43: El Estado consagra el derecho conquistado por la Revolución de que los
ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias
religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana. - Tienen acceso, según méritos y capacidades, a todos cargos y empleados del Estado, de la Administración Pública de la producción y prestación de servicios; -
Ascienden a todas las jerarquías
de las fuerzas armad as revolucionarias y de la seguridad y orden interior, según
méritos y capacidades; -
Perciben salario igual por trabajo
igual; -
Disfrutan de la enseñanza en
todas las instituciones docentes del país, desde la escuela primaria hasta las
universidades que son las mismas para todos; -
Reciben asistencia en todas las
instituciones de salud; -
Se domicilian en cualquier sector,
zona o bardo de las ciudades y se alojan en cualquier hotel; -
Son atendidos en todos los
restaurantes y demás establecimientos de servicio público; -
Usan, sin separaciones, los
transportes marítimos, ferroviarios, aéreos y automotores; -
Disfrutan de los mismos
balnearios, playas, parques, círculos sociales y demás centros de cultura,
deportes, recreación y descanso. ARTICULO
55: El Estado, que reconoce, respeta y garantiza la libertad de conciencia y de
religión, reconoce, respeta y garantiza a la vez la libertad de cada ciudadano
de cambiar de creencias religiosas o no tener ninguna, y a profesar, dentro del
respeto a la ley, el culto religioso de su preferencia. La
ley regula las relaciones del Estado con las instituciones religiosas.
BIBLIOGRAFÍA -
Carlos Marx. Prólogo a la contribución de la crítica de la Economía
política. -
Vladimir I. Lenin. El Socialismo y la religión. Editorial Ciencias
Sociales. 1960. -
Fidel Castro Ruz. Fidel y la religión. Oficina de publicación del
consejo de estado. La Habana. 1985. -
Fidel Castro Ruz. Socialismo y religión. Entrevista, discurso. Editorial
MINFAR. 1960.
INSTITUTO
SUPERIOR DE CIENCIAS MÉDICAS DE LA HABANA FACULTAD
DE CIENCIAS MÉDICAS “JULIO TRIGO LÓPEZ” AUTOR: Lic.
Mario Peñalver Betancourt Junio
de 2005
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